
La Orihuela foral, al igual que el resto de las ciudades de la Corona de Aragón, distinguía entre meros moradores o vecinos y ciudadanos. Ser ciudadano suponía la posibilidad de poder formar parte de las instituciones de la ciudad, pero entre ellos también había diferencias:
- los ciudadanos de mà major eran los considerados propiamente «ciudadanos». Se trataba del patriciado urbano, los poderes fácticos de la urbe. Buscaban el control del gobierno de la ciudad para asegurar su estatus. No trabajaban con las manos.
- los ciudadanos de mà mitjana y mà menor eran, mercaderes y representantes de las profesiones liberales (mercaderes, juristas, notarios, médicos…) así como herreros, sastres… y otros oficios menestrales.
Estos ciudadanos tenían el privilegio de la «insaculación» (sac i sort), esto es, de participar cada uno desde la bolsa (es decir, categoria) a la que perteneciera, en el sorteo de los principales oficios de la ciudad, sorteos anuales que se realizaban para cada oficio a lo largo del año (1).
No era cuestión baladí, por tanto, formar parte de estas bolsas, y mucho más, poder ingresar en la bolsa de los ciudadanos de «mano mayor». Esta bolsa se iba revisando para aceptar o no a nuevos candidatos y para promover a otras bolsas a algunos ciudadanos. El sistema consistía en dar la aprobación a través de un haba blanca, o bien rechazar ésta con un haba negra, que eran depositadas en un capiró situado en la pared. «Més faves blanques», aceptado. «Més faves negres», rechazado.
En el siguiente fragmento, que corresponde ya al siglo XVII, podemos comprobar como la existencia de intentos de ascenso social. Los había habido antaño y se seguían produciendo. Comprobamos igualmente ante estas pretensiones el rechazo manifiesto de parte del patriciado urbano necesitado de mantener sus privilegios a salvo. En uno de estos intentos por alcanzar la máxima graduación, nos encontramos ante Joseph Lapuente Escobedo, capitán de infantería e hijo del notario Diego Lapuente, quien aspiraba a ser considerado ciudadano de mano mayor. Para los «poderes fácticos» urbanos Joseph no era digno para ello. Su propio padre, Diego, al parecer, no gozaba de ese privilegio, al formar parte como notario, únicamente, de la bolsa de ciudadanos de mano menor. Su abuelo, era considerado aún menos digno, ya que no pudo siquiera acceder a la insaculación.
Mucho me temo que Joseph se encontró ante ese lacónico «més faves negres»…

Abad Merino, M. (1994): El cambio de lengua en Orihuela: estudio sociolingüístico-histórico del siglo XVII. Editum. Pág. 202.
Un último ejemplo sobre los requisitos y la necesidad de demostrar su cumplimiento. El 28 de enero de 1674, Apolinaria Lapuente, hermana de Joseph, tres meses después de su matrimonio con Feliciano Sánchez Alguacil, acude junto a su esposo al registro del notario Llorenç Artal. Feliciano había de presentarse con su caballo para ser insaculado en la bolsa de los ciudadanos del estamento real para concurrir a los oficios y mostrar que poseía hacienda libre de su propio patrimonio.

Protocolo notarial de Llorenç Artal, 1674. AHO.
(1) GONZALEZ-HERNANDEZ, M.A. (2010): «Lo quatorzen capitol». Intervención regia y fraude electoral en el patriciado urbano de una ciudad Valenciana. Orihuela 1458-1479″ en Anales de la Universidad de Alicante, Historia Medieval, nº16. pp. 289-317. Accesible en Internet en