Aquellos felices años veinte…

(En memoria de Joaquín, mi abuelito)

A mi abuelo le encantaba contar historias. Nunca sabías dónde acababa la verdad y comenzaba la fábula, el chiste, la anécdota reformulada… Le gustaba que le escucháramos y le gustaba escucharse. Tanto que, reconozco que muchas veces porque me sentía incapaz de seguirle y retener todo lo que contaba (o simplemente porque me quería ir a jugar o, ya más mayorcita, a otros menesteres), le decía una y otra vez que grabara sus memorias, que era una pena que sus recuerdos se perdieran… Me decía que sí, pero yo pensaba que simplemente me daba la razón para que me callara y continuara escuchándole.

Cuando murió, mi tía repartió una cinta de casette (¡casette!) a cada uno de sus hijos. En sus últimos meses, se había entretenido grabando algunos de sus recuerdos. No me lo podía creer. Me emocionó saberlo, pero esa cinta estuvo guardada en un cajón durante años y años. Mi madre no llegó a escucharla.

Hace un tiempo recuperamos la cinta. Escuchar la voz de mi abuelo después de casi veinte años de su muerte fue como cerrar los ojos y volver al pasado de repente. Ahí estaba él con su acento y algunos de sus recuerdos, muy pocos realmente, qué pena de todos aquellos otros que se quedaron en el tintero y que ya no podrán recuperarse.

Y en su memoria van estas líneas. En recuerdo a mi abuelo y a sus recuerdos, en concreto en esta primera entrada, a algunas de las palabras que dedicó a su infancia, y en las que aparece, cómo no, la figura de Miguel Hernández, poeta y pastor de cabras.

abu joaquin

Joaquín nació en 1922, en la calle del Pocico (Orihuela), una calle en la que debió vivir poco tiempo,  ya que siempre he escuchado de boca de mi abuela que ambos se conocieron siendo críos de menos de cinco años jugando en la calle Arriba. En la calle Arriba también tenía su casa mi abuela, en el callejón Ancho. El padre de mi abuela, Antonio, era pastor de cabras como Miguel Hernández, el poeta. Su buena leche y sus buenos quesos ha tomado mi madre de pequeña… En esta misma calle vivirían mis abuelos los primeros años de su matrimonio y nacerían y se criarían sus hijos mayores.

Pero es momento de escuchar a Joaquín…

En este primer corte, mi abuelo recuerda su infancia, los baños en el río, las tardes de domingo, el cine, las tertulias en ca Fenoll… Miguel Hernández, Ramón Sijé, Carlos Fenoll, Pedro Terol… como protagonistas de estos momentos. Esos baños en el río que tantas veces me había contado y yo no creía al ver en lo que ya se había convertido el Segura a su paso por Orihuela…

foto de orihuela realizada por miguel hernandez

Foto del río realizada, presumiblemente, por Miguel Hernández

De las tertulias en la taberna de los Fenoll he encontrado alguna noticia en las redes y he podido hacerme una mejor idea de a qué se estaba refiriendo mi abuelo.

tahona fenoll

Et voici, la tahona de los Fenoll. Calle de Arriba, Orihuela. Fotografía publicada en Como fue Miguel Hernández de Manuel Muñoz Hidalgo

Teatro Circo de Orihuela en los años treinta. Fotografía de la colección de  Javier Sánchez Portas en http://oriola-vdpr.es/

Y ya que estamos en un blog de genealogía, gracias al implexo genealógico y a falta de profundizar más en los árboles, Miguel Hernández, como era previsible, ya que no dejamos  en el fondo de ser todos «primicos», guarda relación con mi familia paterna, relación remota, eso sí, debemos remontarnos al siglo XVII para encontrar parientes comunes, la pareja Andres Vilató y Juana Pelegrí, de la que me separan nada más y nada menos que ¡12 generaciones! Un «primico» más. Si es que el mundo es un pañuelo, y nosotros los «…».

miguel hernandez ancestros comunes

Árbol genealógico de Miguel Hernández por José Ángel Albert Boronat en http://www.miguelhernandezvirtual.es/new/files/pdfs/ArbolGenealogicoMH.pdf

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