De tintas

Los escribanos, ya se sabe, fueron los encargados durante siglos de elaborar las tintas con las que trabajaban. De su pericia en la elaboración de estas tintas, además de otras muchas cuestiones (conservación, soporte…) hoy depende la claridad con la que podemos asomarnos a estas páginas amarillas para obtener un retrato de aquellos tiempos. Para nuestra desgracia, no son pocos los documentos en los que las palabras son hoy una sombra de lo que fueron, cuando no prácticamente han desaparecido.

El hecho es que son muchas las recetas que sobre estas tintas han llegado a nuestros días, ya que los escribanos acostumbraban a dejarlas anotadas allá donde podían, que si un papel suelto, que si las páginas finales de un protocolo… cualquier rincón era bueno a fin de poder tener siempre a mano la receta de una buena elaboración de tintas. Y es que… «Val més llapisera curta que memòria llarga».

Y así, por casualidad, me he topado con una receta anotada por el notario Máximo Verdiel, en las guardas de uno de sus baldufarios (1688-1704). Verdiel habla de «receta admirable» para hacer «tinta fina», y ojo, sólo con cuatro ingredientes: galas negras (se refiere a «agallas de roble», unas malformaciones tumorales provocadas por insectos en robles y encinas y que son aprovechadas desde antiguo, entre otras cosas, para la preparación de tintas) goma arábiga, vitriolo romano (sulfato de cobre) y agua (o vino…). Todo ello finamente molido y finamente mezclado con un palo de higuera (elemento éste ya presente en recetas árabes, ya que la leche de higuera mejoraba la calidad de la tinta al estar formada por resinas gomosas muy elásticas, vaya… un látex).

He aquí la «receta admirable»:

Màxim Verdiel, Baldufari, 1266. AHO

Deja un comentario