Que sí… que no debemos mirar el pasado con gafas del siglo XXI. Que sí… que nos dejemos de miradas anacrónicas… Pero, el caso es que algo se me ha revuelto, y no lo he podido evitar, al indagar sobre una nota aparecida en un libro de recetas del siglo XVIII del Colegio de Predicadores de Orihuela.
La receta en cuestión es este intrigante «bálsamo de cachorrillos»… Mejor no querer saber, pero ya se dice que la curiosidad mató al gato…


Y bueno… pues… parece que el bálsamo éste era bastante conocido y que su preparación estaba perfectamente reglada:
«Se toman tres perros recién nacidos y se cocinan en aceite común, luego se agregan lombrices, aceite de sumidades de orégano, tomillo silvestre, poleo, hipericón, mejorana y trementina».
Se dejaba la cocción reposar, y se colaba a los quince días.
Y ¿para qué se aplicaba este bálsamo? Pues se vendía como excelente remedio para la parálisis y todas las afecciones del sistema nervioso (1).
En fin…

Pues sí, otros tiempos…
——————————
(1) Puerto Sarmiento, F.J. (2009): La Triaca Magna. Real Academia Nacional de Farmacia.