El noble arte de morir. Irte de este mundo por la puerta grande, por la puerta chica, por la puerta de atrás, sin gran pompa, con misas cantadas y sacristán, de cruel enfermedad, de desgracia, de vejez, en la horca… Morir, en fin.
Hablemos de condenados. En particular, de condenados a morir en la horca en el Reino de Valencia durante la Edad Moderna.

Ahorcados. ARV. 1556. Signatura: ES.462508.ARV/621.
Y hablemos, más en particular, de Ginés. Gines de Savallós (1), quien murió en la horca en Valencia un 30 de septiembre de 1663. Ginés, de quien apenas sé nada, ni siquiera si, a ciencia cierta, es uno de mis múltiples y queridos ancestros, pero a quien los archivos han puesto a mi paso, sirviéndome como maravillosa excusa para investigar sobre tan controvertida cuestión. Gracias.

En efecto, de Ginés, lo único que he podido rastrear hasta la fecha ha sido el registro de los gastos ocasionados por su ejecución así como la sentencia que lo condenó. Alguna otra referencia, veinte años atrás, de un proceso criminal, hacía otro Ginés Savallos, pero sin poder asegurar que se tratara de la misma persona.
El primer documento que llegó a mis manos únicamente indicaba nombre, apellido y los gastos expresados de manera lacónica: bajarlo de la torre, ¿la volta?, subirlo a la horca, colgarlo, bajarlo y llevarlo al Carraixet. Nada de la causa de la sentencia, ni su oficio, ni su edad, ni ningún otro dato relevante que pudiera llevarnos a una mayor identificación.

Los gastos, y… por supuesto, el coste de la cuerda…
Analicemos los gastos…
«Bajarlo de la torre».
Los reos en la Valencia de principios de la Edad esperaban su condena en las cárceles que se ubicaban en el mismo edificio de la casa de la ciudad. Eso si, esperaban juntos, pero no revueltos, de manera que se les distribuía en dos grandes dependencias :
– la primera, destinada a la «gente común» (hombres y mujeres por separado), se situaba en la parte posterior de la casa consistorial, bajo unas escaleras que daban acceso a la sala del Consell. Estas salas apenas si tenían unos ventanucos que se abrían a un pequeño callejón (el llamado «carrer de les barres de la presó»). Sus condiciones eran absolutamente insalubres llegando a ser comparadas con las cárceles de Argel.
– la segunda se trataba de unas dependencias situadas en una de las torres de la casa de la ciudad y eran destinadas a personas de cierta condición. En la torre también se abrió con el tiempo una capilla, igualmente destinada a personas de cierto prestigio.

Casa de la ciudad de Valencia. Demolida a mediados del siglo XIX.
Pero no, Ginés Savallos no fue encarcelado en estas dependencias…
En marzo de 1586, un incendio, según parece provocado por los propios presos, destruyó la casa consistorial. La mayoría de los reos se beneficiaron de una amnistía forzosa, pero los más peligrosos fueron trasladados con carácter de urgencia a unas nuevas dependencias. A partir de este momento, los prisioneros pasaron a ser ubicados bien en las Torres de Serranos, bien en las torres de Quart, bien en las instalaciones de la Cofradía de San Narciso (al inicio de la calle Salvador) desde entonces conocida esta última como la Cárcel de San Narciso, conforme a unos criterios:
- las torres de Serranos, en un primer momento, fueron destinadas a los prisioneros de clase privilegiada, aunque pronto se vieron obligadas por saturación a un uso más general.
- Las torres de Quart fueron destinadas a las «mujeres lascivas» en la segunda mitad del siglo XVII.
- La prisión de San Narciso, al inicio de la calle Salvador, donde se ubicaba la Cofradía de San Narciso, era la llamada «comuna», es decir, para «el común de los mortales».
Ginés, por tanto, fue encarcelado a la espera de su ejecución en la prisión de las Torres de Serranos. Su verdugo lo recogió y cobró por ello. En un segundo documento, la sentencia de Ginés, hay referencia concreta a estas Torres.

Torres de Serranos. Valencia. Levantadas en el siglo XIV, abiertas en su parte interior, las Torres fueron cegadas para su nueva función en el siglo XVI y así permanecieron hasta que recuperaron su aspecto inicial tras el traslado en 1887 de los presos a las nuevas prisiones.
«¿La volta?» Presumo que, de tratarse de una «volta», debe referirse al «paseíllo» ejemplarizante que, desde la prisión hasta el cadalso, se daba a los presos antes de ser ajusticiados. Con esta premisa, resulta interesante saber que en la Valencia del siglo XVII, uno de estos «paseíllos» era la llamada «volta del Rossinyol» cerca del convento de la Trinidad y que estos paseos solían tener relación con el delito cometido o con el entorno en el que se conocía al condenado.
La volta del Rossinyol se ubicaba en una de las zonas de más vida de la Valencia moderna: la calle Sagunto o Murviedro.

Vista de Valencia. Entrada por la puerta de Serranos. Se observa el bullicio de la calle Sagunto (Murviedro) y a su lado el convento de la Trinidad y la Volta del Rossinyol, a la otra parte del rio. Vistas de Valencia. Anton van den Wyngaerde (1563)
«Subirlo a la horca, colgarlo, bajarlo…» Lo más duro del pasaje, sin duda. Huelgan los comentarios. Ginés, en todo caso, tuvo «suerte». Algunos condenados, una minoría, tras ser ahorcados, eran quemados, descuartizados, hervidas partes de sus cuerpos… en función del delito cometido.

La plaza del Mercado y su horca. Plano de Valencia. Antonio Mancelli (1608). Ayuntamiento de Valencia.
«Llevarlo al Carraixet». En efecto, las autoridades eligieron allá por el siglo XIV ubicar un «campo de horcas» en una pequeña explanada situada a la salida de la ciudad de València al lado del Camino Real de Cataluña, en la margen derecha del Carraixet a las afueras de Tavernes Blanques, antes de cruzar el barranco y entrar en Almàssera. Este campo de horcas de hecho permanecerá activo hasta entrado el siglo XIX.
De él nos queda como testimonio la ermita de la Virgen de los Desamparados alzada en 1447 dedicada a dar sepultura a los ajusticiados, mientras que los ahorcamientos se ubicarían en lo que ahora es un jardín frente al templo, al otro lado de la carretera.

Ermita de la Virgen de los Desamparados. Tavernes Blanques.




La “Cofradía de los Inocentes y Desamparados” era la encargada todos los años de realizar una misa en la ermita acompañada de una procesión que desde el campo de horcas se dirigía hasta Valencia a fin de dar cristiana sepultura a los ajusticiados. Esta procesión permaneció vigente hasta muy entrado el siglo XVIII. La ermita actual fue construida en la primera mitad del siglo XX (1935-1942) sobre el lugar donde se hallaba la primitiva ermita y recientemente (mayo de 2022) sufrió los efectos de un rayo que destrozó la parte superior del frontón.

Recorrido procesional de San Matías (24 de febrero) y radio de una legua (c.
5,5 km) alrededor de Valencia que configuraba el área de actuación de la Cofradía de
Inocentes y Desamparados (2)
Ginés, por tanto, debió recibir cristiana sepultura el 24 de febrero de 1664, que es cuando la Cofradía de los Inocentes y Desamparados se haría cargo de su cuerpo.
El delito de Ginés
Por último, en cuanto a la causa de su ahorcamiento los archivos finalmente han hablado. Hagamos un poquito de historia… A lo largo del año 1663 serán ejecutadas en Valencia 20 personas.

Sentenciados a muerte (2)
Ahondemos un poco más en qué nos dicen los dietarios de Valencia para ese año en cuanto a casos susceptibles de acabar en la horca.
El 25 de junio de 1663 estalló un motín de labradores. Ahora bien, el cronista Ignacio Benavent recoge que el motín finalizó con un perdón general.
El propio Benavent recoge igualmente que en dicho año, también tuvo lugar el primero de agosto de un encuentro entre bandos sucedido en Aldaia que supuso la muerte de algunos y su ahorcamiento por bandolerismo. José Agramunt ofrece más detalles al respecto, mencionando a Juan Peiró de Alaquàs, Jusepe Mateu, bayle de Aldaia, Marcelino Andreu de Torrente, Pedro Alarcó de Paiporta y Felipe Navarro de Almàssera, como muertos a balazos y llevados a la horca para quedar ahorcados ante el pueblo, salvo Felipe Navarro al que dieron sepultura por su condición de beneficiado (este último se contradice con los registros). De hecho, de los cuatro ahorcados restantes, dos fueron conducidos al Carraixet y otros dos fueron enterrados en el cementerio de San Juan del Mercado. El resto de bandoleros salió huyendo y algunos acabaron atrincherándose en una casa de Aldaya de tal forma que consiguieron matar a algunos hombres: a un alguacil, a un ministro de justicia y a otros tantos. Finalmente y tras un giro inesperado del destino los atrincherados consiguieron escapar de noche aprovechando el humo. Solo uno de los bandoleros, herido, salió entregándose y dando el nombre del cabecilla, Jusepe Artús, y otros. Al difunto, parece que lo enterraron sin más, pero al herido lo llevaron a Valencia y lo ahorcaron a los tres días. Por las fechas de ahorcamientos, se debe presumir que éste último bandolero era Cristofor Simó de Museros que aparece en los registros ahorcado entre el 6 y el 13 de agosto, también acusado de bandolerismo.
Aún sucedió un tercer hecho significativo en la Valencia de 1663, tal y como refiere José Agramunt. El 5 de agosto hubo una fuga de la prisión de San Narciso. Resultó ser una fuga masiva de casi 250 hombres que esperaban para ir a galeotes. Sin embargo, «parece ser» que no se logró capturar a ninguno de los hombres fugados a tenor de lo recogido en el dietario, pese a que en los registros encontramos cuatro ahorcamientos celebrados posteriormente en un mismo día, el 20 de agosto, y que debiera responder por tanto a un único acontecimiento delictivo (tal vez éste): Francesc Folgado, Blay Servera, Pedro de Aras o Arcos y Jacinto Muñoz. Miquel Servera (labrador de Benaguacil) será ahorcado a la semana siguiente, un 27 de agosto.
Y entonces… Ginés ¿cuál fue su delito?
Al igual que otros ahorcados, la condena a muerte de Ginés fue dictada apenas unos días antes. El 26 de septiembre de 1663 el Fisco General dictó sentencia contra Ginés Savallos. Cuatro días más tarde sería ahorcado. Su sentencia nos aporta algo de claridad tanto a la persona como al delito cometido:
Ginés resultó ser de Lorca (agricolam loci de Lorca) y labrador en Valencia. Se le acusó de robar junto a otros en el Camino Real a la altura del término de Gilet, según fue recogido en el Concilio Criminal celebrado el 24 de mayo de 1662 con Antonio de Segorbe como notario real. Se le acusó igualmente de conspiración para huir de las Torres de Serranos en las que permanecía encarcelado y de las que parece que consiguió fugarse tras hacer una «fractura» en el Palomar (uno de los calabozos abiertos en la bóveda de la gran sala de las Torres por necesidades de espacio), según consta en supplicatio presentada por el notario Josep Molina.

La condena fue clara…
«… condenamos a la pena de muerte natural, y que sea conducido por el lugar habitual de la ciudad… al lugar de ejecución donde se cuelga en alto la horca, para que su alma sea separada de su cuerpo y muera naturalmente».


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En otro orden de cosas, Orihuela también tuvo su horca, hasta tres en concreto en su época de mayor esplendor. Las horcas de Orihuela estuvieron ubicadas en la plaza Mayor, en la puerta de Murcia y en la plaza de San Agustín. Obviamente, también hubo verdugos. Un tal Mateo Marín aparece como «executor de sentencies» cobrando 5 sueldos por dar tormento, 11,5 por atormentar con cordeles, 5 libras ( 100 sueldos) por dar muerte y 4 libras (80 sueldos) por «ferio quarts y possarlos per los camins», todo al mismo reo (4).
Pero esto ya es otra historia…
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(1) Ginés de Savallos, de quien me separarían «potencialmente» 11 generaciones, si se confirmara que se tratara del padre de Ignacio de Savallos Sotensa.
(2) Catalá Sanz, J.A.; Pérez García, P. : «La pena capital en Valencia (1450-1500): cifras, espacios urbanos y ritualidades» en Revista de Historia Moderna, nº 39. Anales de la Universidad de Alicante. 2021, pp. 272-334.
(3) Iñesta Pastor, Emilia: El derecho penal en las Cortes Valencianas de los siglos XVI y XVII.
Benavent, I.; Agramunt, J. (2004): Memoria escrita, historia viva. Dos dietarios valencianos del seiscientos. Ajuntament de València.
(4) AMO, Lib.2277, f.a. 557r-v, año 1603 en Orihuela imaginada, la ciudad en los siglos XVI y XVII (OJEDA NIETO, J, 2012)